Dialŏgus: La realidad siempre supera a la ficción... (2ª parte)

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NOTA: Segunda publicación (y corrección) del post, publicado originalmente hace ya unos años.


Continua del post anterior:
En esto que retira la mosca con el cartón y mira a la cliente con la esperanza de que no viese "el show". Curiosamente no parecía importarle mucho que los demás si, pero claro, levantó la cabeza y vio los ojos clavados de la cliente. Y es ahí, en esos tres segundos eternos y decisivos, que por otro lado demuestran que la teoría de la relatividad especial de Einstein no era ninguna chorrada, en la que todos contuvimos la respiración en espera de que la chica se disculpase, le diese otra tarta, vamos lo lógico... pues no...

La dependienta, va y le dice (mirándole a los ojos);

- ¿No le importa verdad?

Todos (los clientes) cambiamos el foco de nuestra mirada a la vez, como en un partido de tenis y esperamos impacientes la respuesta...

- ¿El qué? - Dice la cliente, volvemos a cambiar el foco de nuestras miradas a la dependienta.

- La mosca... dice la dependienta, mirándola ya muerta de necesidad, aún en el mostrador...

Y va y la clienta, en un gesto del todo inesperado, inexplicable y para que negarlo casi surrealista, dice;

- Por qué iba a importarme, no pasa nada... métela en la caja y cóbrame que tengo prisa. Le paga y se va con su tarta como si tal cosa. Todos ponemos cara de pocker y nos sorprendemos de nuevo mirando a las esquinas (yo incluido) buscando la cámara oculta...

Y ahí no termina la cosa, va y me ve, y  me dice; Es sólo el pan ¿no?.  Me lo da. Esta vez nadie parece molestarle que me cuele, pero cojo el pan y yo que soy retorcido de cojones, como no quería irme, le digo; -hoy me voy a llevar unos pastelitos, así que, atiende al siguiente que espero...

Va y la siguiente en la cola le dice

 - Quería una docena de esos pastelitos de coco.

Y no os lo vais a creer, la chica, coge las mismas pinzas, aún con las alas y patas de la mosca pegadas por dentro y, estoy seguro que no fue por falta de pulcritud, sencillamente estaba deseando que el suelo se la tragase o como mínimo sacarnos de en medio lo antes posible para llorar y lamentarse tranquila. Estoy seguro que luego se preguntaría mil veces como coño se le ocurrió obrar tal como lo hizo o decirle; ¿No le importa verdad?.

Pero el mundo volvió de repente a la cordura. La cliente le dice:

-Niña...lava la pinza... que por muy fresca que estuviese la mosca, a mi si me importa. 

La chica, se disculpó, fue junto a su otra compañera. Y al rato vino ésta y continuó con el reparto. Aproveché la situación y me fui pitando leches ya que ni puta gana tenía yo de pasteles.

No se si pasado un tiempo, ese recuerdo para ella, pasará de pesadilla a putada y de putada a anécdota y, si llegará un día en el que se echará unas risas con el incidente tomando unas copas con sus amigos.

Pero si sé; que la cliente además de tener que dar una curiosa explicación al homenajeado sobre la peculiar decoración de la tarta, pues... de lo que si estoy seguro, es que, es y será toda su vida una puerca (*).

En fin, la realidad siempre supera a la ficción.

(*) Puerca: dícese de la hembra del cerdo, también llamada cochina, gorrina o wuuuarrá!!!!

Inzitan blog

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